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By Grandes Villas SL

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Leyendas de la Alhambra de Granada

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Querido huésped, desde que fuera la residencia de los reyes nazaríes en el S.XI, la Alhambra de Granada ha ido encandilando a visitantes de todas las épocas, siendo declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1984. Romances, traiciones, pasiones e intrigas se vivieron entre sus muros relatando la historia del esplendor y caída de un reino. A continuación le dejo las leyendas más famosas sobre la Alhambra de Granada.
 
Leyenda de El Reloj de Sol
Sobre el conjunto palaciego en sí mismo existe una leyenda según la cual la Alhambra puede considerarse un gran reloj de sol. Así pues, a través de sus estancias podríamos seguir el transcurso de las horas del día según avanza el astro rey por el firmamento, reflejado en sus baldosas. El fenómeno se hace especialmente patente al medio día, cuando las estancias quedan divididas exactamente por la mitad, como efecto de la sombra.

Leyendas de La Puerta de la Justicia

Cuenta una leyenda sobre la puerta de la Justicia, relacionada con la construcción misma de la Alhambra. Siempre se ha hablado de la dedicación puesta en la construcción de la Alhambra, tanto en lo decorativo como en lo arquitectónico. Se asegura que tan sumamente recia era su construcción que, incluso recibiendo el ataque de mil ejércitos enemigos, jamás caería. Así pues, el día que la llave del arco interior de la Puerta de la Justicia y la mano de su arco exterior se unan, es decir, si la Alhambra cae, será por que ha llegado el fin del mundo.

Otra leyenda cuenta sobre el Arco de la Justicia, que tal era la magnificencia de esta entrada a la Alhambra, que se aseguraba que ningún caballero, montado a caballo con su lanza, podría tocar con la punta de ésta la mano esculpida en lo alto del arco exterior. Tan seguros estaban de ello, que aseguraban que quien lo consiguiese conquistaría el trono de la Alhambra.

Leyenda de La sala de los Abencerrajes

El nombre de Abencerrajes proviene del apellido de una familia de la nobleza de la época, que tenían sus viviendas en el interior de la Alhambra. Dice la leyenda que esta familia tenía como rival político a otra llamada Zenetes, los cuales decidieron acabar con sus oponentes mediante una conspiración... Así, inventaron una relación amorosa entre la sultana y uno de los Abencerrajes, para conseguir despertar los celos y la ira en el sultán... El sultán, cegado por la consternación, y en ocasión de una fiesta en la sala que lleva el nombre de la familia, hizo decapitar sobre su fuente a los 37 caballeros que llevaban el nombre de Abencerrajes. Se cuenta que el color rojizo que aun hoy día se puede contemplar en la taza de la fuente, y en el canal que lleva su agua hasta la fuente del Patio de los Leones, se debe a las manchas de la sangre de los caballeros asesinados.

El Suspiro del Moro

Tras arrebatar los Reyes Católicos el último reducto de la dominación musulmana a Boabdil (Mohamed Abu Abdalahyah); el rey moro y su séquito fueron desterrados de Granada y les fue cedido un pequeño territorio en las áridas Alpujarras, donde aguantarían aún unos años. La caída de Granada se debió a la despreocupación de Boabdil por la defensa de Granada y su afinidad a las fiestas y al ocio. Camino a su destierro, Boabdil no osó girar la mirada hacia Granada, y sólo cuando estuvo a mucha distancia, sobre la colina conocida por El Suspiro del Moro se detuvo y observando por última vez su palacio... suspiró, y rompió a llorar. , y fue su propia madre quien le dijo: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre".

El Soldado encantado

Existió en la antigüedad un estudiante de Salamanca que durante el verano se dedicaba a viajar y, cantando al son de su guitarra, conseguía fondos para pagar sus estudios. Llegado a Granada, y celebrando la víspera de San Juan, reparó en la presencia de un extraño soldado ataviado de lanza y armadura. Preguntándole a éste por su identidad, el soldado dijo estar padeciendo un encantamiento desde hacía 300 años: un alfaquí musulmán le conjuró a montar guardia al tesoro de Boabdil por toda la eternidad, dándole sólo licencia para salir de aquel escondrijo una vez cada 100 años...

Preguntó el estudiante cómo podía ayudarle. El soldado le ofreció la mitad del tesoro por él custodiado si le ayudaba a romper el hechizo: se precisaba de un sacerdote en ayuno y una joven cristiana. La joven no fue difícil de hallar, pero el único cura que encontró era un obeso adorador de los manjares, por lo que mucho le costó convencerlo, y sólo con la promesa de riqueza aceptó ayudarle.

Subieron aquella noche hasta el escondite, sito en la Alhambra, portando una cesta de comida para que el párroco saciase su gula una vez acabado el trabajo. Llegado ante una torre, las piedras de su pared se abrieron a la orden del soldado, dejando al descubierto una estancia con el formidable botín...

Una vez dentro, y mientras realizaban el sortilegio, el hambriento cura se abalanzó sobre la cesta y devoró un grueso capón. De repente estudiante, muchacha y sacerdote se encontraron en el exterior de la torre y la entrada sellada... ¡el hechizo se había roto demasiado pronto!

Fue así como el soldado perdió la oportunidad de escapar de tan cruel castigo, y los demás sus sueños de riquezas. Aunque al estudiante le pesaban los bolsillos, lo que le permitió vivir en paz y amor con la bella joven cristiana.

Leyenda de las tres princesas o la rosa de la Alhambra

La llamada Torre de las Infantas alberga una de las leyendas más bonitas de la Alhambra, en la que se cuenta que hubo un rey que tenía tres hermosas hijas: Zayda, Zorayda y Zorahayda. Advertido por un astrólogo que corrían peligro de hacer un mal casamiento, indigno del rango de princesas, las encerró en una torre. Sin embargo fue vano intento ya que las jóvenes desde su ventana se enamoraron de tres caballeros cristianos que habían sido capturados por los soldados musulmanes. Las princesas se las ingeniaron para conocer a los prisioneros, y cuando sus familias pagaron el rescate e iban a partir de la Alhambra urdieron un plan de fuga, para marcharse con ellos. Sin embargo, llegado el momento la más joven de las tres, Zorahayda, no se atrevió a huir, quedando sola. Murió joven y triste y sobre su sepultura creció una rosa, conocida como «la rosa de la Alhambra».

La leyenda de Ahmed al Kamel

Los espléndidos jardines del Generalife también guardan numerosas leyendas entre sus estanques y fuentes. Una de ellas cuenta como en él se encerró de niño al príncipe Ahmed, a quien un vidente le había pronosticado un buen futuro excepto en el amor. El rey, para evitar que sufriera, lo recluyó en el Generalife con su filósofo Abben, bajo la pena de que si este le explicaba lo que era el amor le cortaría la cabeza. El muchacho creció y cada vez le interesaban menos los estudios, por lo que Abben le enseñó la lengua de los pájaros. Un día escuchó a un pájaro entonar el “canto del amor”, lo que le suscitó mucha curiosidad. Al poco tiempo cayó del cielo un ave perseguida por un halcón y Amhed la curó. A cambio, le preguntó qué era el amor. Una vez lo supo no podía quitárselo de la cabeza y escapaba del Generalife a observar a las muchachas de la corte. Finalmente se enamoró de una de ellas y juntos se marcharon, siendo, contrariamente a lo que le vaticinaron, muy felices.

La leyenda de la campana de la Vela.

Finalizamos el capítulo de leyendas con una leyenda viva. Un rito actual que aún tiene lugar cada 2 de enero en la Alhambra. Esta fecha es festiva en Granada ya que se celebra el Día de la Toma, conmemorando cuando en 1492 los Reyes Católicos obtuvieron las llaves de la ciudad de manos del desdichado Boabdil. Según cuenta la tradición, la muchacha soltera que toque la campana de la Torre de la Vela, la más alta del monumento, ese mismo año encontrará marido y se casará.

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